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UNA ANÉCDOTA QUE MARCA LA VIDA


                                                                                                                                                Por: Saúl Barrientos Garay.(*)
          Existe un pueblo al noroeste del departamento de Arequipa, muy cerca a las líneas del departamento de Ica, conocido como Relave y cerca del 90 por ciento de su población la constituye entre cusqueños, puneños, moqueguanos y otros departamentos, y que su economía gira en torno a la minería informal, en especial el oro, razón por la cual se aglomeró diversas culturas y formas de vidas en un solo espacio, con el único fin de obtener dinero.  Pero da la casualidad que este pequeño distrito, con no más de 3000 mil habitantes, pertenece al departamento de Ayacucho, y que está ubicado al sur, en la misma frontera de otras tierras.
         En Relave el frio es áspero y ominoso, y el calor del medio día es ardiente como la misma llama;   por las tardes se siente un viento de lobos como si en cualquier instante el lugar terminaría tapado por la tierra que arrastra, y la noche es menos amical todavía.  Razón por la cual los habitantes han adquirido un aspecto oscuro, cansado, surcado y con vestigios que quedaran posiblemente por el resto de su vida. Estaba claro que no era fácil la vida en aquel lugar.
         Pero la vida parecía recompensarles en alguna forma, si bien les quitaba una cosa, también les daba otro y en este caso era dinero.  Era uno de los distritos peruanos que estaba en auge de la extracción de oro, y la mayor parte de su población se ufanaba de tenerlo todo: casa, carro, terrenos, tiendas, molinos, y que su informe real sobre la extracción de oro era CONFIDENCIAL para evitar la llegada de mas foráneos. La población no se moría de hambre, pero si sufría múltiples necesidades, caso la falta de agua potable, buena educación, el consumo de productos frescos, entre otros.
Sin duda el dinero no lo era todo.
          Y entonces una tarde del primer mes de mayo del 2011, por cosas que suceden en la vida y uno no puede evitarlas, llegue al lugar. Quede sorprendido y de inmediato quise escabullirme como una rata, cuando ve que la cosa no va bien, pero ya era tarde para ello.
Y entonces al quinto día de mi estadía, llegaría algo que me marcaria la vida.
Un hombre de negocios, un tipo algo cansado, estatura mediana   y cara redonda, al cual yo había conocido dos días atrás, pregunto después de una breve conversación:
— ¿Qué estudias?
—Periodismo   —dije sin vacilar.
El hombre pareció decepcionarse con mi respuesta y meneo negativamente con la cabeza.
— ¿Cuánta gente crees que estudió superior en este pueblo?—volvió a preguntar el hombre.
—supongo que muy poco —respondí lo que parecía lo más obvio.
—te equivocas. Muchos son técnicos y profesionales, pero la cuestión radica de que terminaron fracasando en sus verdaderas carreras o sencillamente no la ejercieron por qué no los sienten, prefieren dedicarse a otra cosa que genere mayor dinero.
— ¿y sin impórtales de cómo viven?
—sin importarles nada. Simplemente vivir para hacer dinero y cobrar su revancha. Y sin duda lo hacen, llegan a poseer más dinero de lo que pensaron y debían tener.  Es como los hombres que estudian alguna carrera por el simple hecho de estatus y dinero, sin ver su talento, potencial y vocación. Eso vale una mierda. Antes de que eso suceda en ti, quería proponerte que entiendas mejor de la vida y no cometas los mismos errores. Pero si quieres, hazlo, no pierdas tiempo.
—lo mío no es así.  Siempre tuve presente lo que estudiaría—dije tratando de paliar la conversación.
—esta noche piénsalo bien, y si al alba ya tienes un resultado, pues vete de aquí, antes que termines acostumbrándote a este lugar y te sea difícil marcharte y más aún estudiar. Si en caso contrario decides la otra salida, pues entonces puedes buscarme.
Y desde entonces nunca volví a verlo. El hombre me pareció mítico como el mismo Relave. Pero aquello me había cambiado la vida.
             Lo que si he aprendido en estos últimos tiempos es que se puede llegar a ser grande   y respetado con algo que realmente amamos, sin importar de que se trate, o que papá o mamá, o alguien de la familiar diga que no  y que aquella esta mejor. Sumado a ello el esfuerzo, el compromiso, la puntualidad,   la buena moral, entre otras cualidades claves para el progreso y abrirse campo en esta sociedad competitivo.

              La carrera de Ciencias de la Comunicación no solo es coger una cámara, una grabadora o una pluma y zambullirse en el campo de acción como nos han hecho ver algunos malos periodistas; sino algo que implica un conjunto de técnicas, teorías y soluciones que estén de acuerdo a nuestra realidad. Si bien es cierto que dentro de la cerrera de Ciencias de la Comunicación  no solo implica el periodismo, pero este a la vez pasa a formar pieza clave para abrirse campo en las demás disciplinas tal es el caso de fotografía y publicidad,  marketing  y ventas,  entre otros. Se debe tener en cuenta que se debe manejar y respetar todas las ramas que la carrera pudiera tener, porque es parte de nosotros mismos.


             (*) Estudiante de la Escuela de Formación Profesional Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, 
cursa la serie 300. Actualmente Preside del Centro de Estudiantes
de la E.F.P de Ciencias de la Comunicación.

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