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TUPAC AMARU QAPAQ TAYTANCHIKMAN (HAYLLI TAKI) A NUESTRO PADRE CREADOR TUPAC AMARU (HIMNO CANCION).




José María Arguedas Altamirano.

        Lucanas india, mamay Doña Cayetana. Awqa wasipi, wakchawarmalla kachkaptiy, pay urpi sunqunwan, kuyay wiqinwan uywallawarqa. Tawantin Puquio ayllukuna allin qarikunaman. Paykumapim qawarqani warma sunquywan kumunirupa kallpanta, imaymana ruway atisqanta.


                 A Doña Cayetana, mi madre india, que me protegió con sus lágrimas y su ternura, cuando yo era niño huérfano alojado en una casa hostil y ajena. A los comuneros de los cuatro ayllus de Puquio en quienes sentí por vez primera, la fuerza y la esperanza.
Tupac Amaru, hijo del Dios Serpiente; hecho con la nieve del Salqantay; tu sombra llega al profundo corazón como la sombra del dios montaña, sin cesar y sin límites.
Tus ojos de serpiente dios que brillaban como el cristalino de todas las águilas, pudieron ver el porvenir, pudieron ver lejos. Aquí estoy, fortalecido por tu sangre, no muerto, gritando todavía.
Estoy gritando, soy tu pueblo; tú hiciste de nuevo mi alma; mis lágrimas las hiciste de nuevo; mi herida ordenaste que no se cerrara, que doliera cada vez más. Desde el día en que tú hablaste, desde el tiempo en que luchaste con el acerado y sanguinario español, desde el instante en que le escupiste a la cara; desde cuando tu herviente sangre se derramó sobre la herviente tierra, en mi corazón se apagó la paz y la resignación. No hay sino fuego, no hay sino odio de serpiente contra los demonios, nuestros amos.


Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas,
en su dientes, la nieve gotea y brilla.
¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?


Padre nuestro, escucha atentamente la voz de nuestros ríos; escucha a los temibles árboles de la gran selva; el canto endemoniado, blanquísimo del mar; escúchalos, padre mío, Serpiente Dios. ¡Estamos vivos; todavía somos! Del movimiento de los ríos y las piedras, de la danza de árboles y montañas, de su movimiento, bebemos sangre poderosa, cada vez más fuerte. ¡Nos estamos levantando, por tu casa, recordando tu nombre y tu muerte!

En los pueblos, con su corazón pequeñito, están llorando los niños.
En las punas, sin ropa, sin sombrero, sin abrigo, casi ciegos, los hombres están llorando, más tristes, más tristemente que los niños.
Bajo la sombra de algún árbol, todavía llora el hombre, Serpiente Dios, más herido que en tu tiempo; perseguido, como filas de piojos.
¡Escucha la vibración de mi cuerpo! Escucha el frío de mi sangre, su temblor helado.
Escucha sobre el árbol de lambras el canto de la paloma abandonada,
nunca amada;
el llanto dulce de los no caudalosos ríos, de los manantiales que suavemente
brotan al mundo.
¡Somos aún, vivimos!


De tu inmensa herida, de tu dolor que nadie habría podido cerrar, se levanta para nosotros la rabia que hervía en tus venas. Hemos de alzarnos ya, padre, hermano nuestro, mi Dios Serpiente. Ya no le tenemos miedo al rayo de pólvora de los señores, a las balas y la metralla, ya no le tememos tanto. ¡Somos todavía! Voceando tu nombre, como los ríos crecientes y el fuego que devora la paja madura, como las multitudes infinitas de las hormigas selváticas, hemos de lanzarnos, hasta que nuestra tierra sea de veras nuestra tierra y nuestros pueblos nuestros pueblos.

Escucha, padre mío, mi Dios Serpiente, escucha:
las balas están matando,
las ametralladoras están reventando las venas,
los sables de hierro están cortando carne humana;
los caballos, son sus herrajes, con sus locos y pesados cascos, mi cabeza,
mi estómago están reventando,
aquí y en todas parte;
sobre el lomo helado de las colinas de Cerro de Pasco,
en las llanuras frías, en los caldeados valles de la costa,
sobre la gran yerba viva, entre los desiertos.

Padrecito mío, Dios Serpiente, tu rostro era como el gran cielo, óyeme: ahora el corazón de los señores es más espantosos, más sucio, inspira más odio. Han corrompido a nuestros propios hermanos, les han volteado el corazón y, con ellos, armados de armas que el propio demonio de los demonios no podría inventar y fabricar, nos matan. ¡Y sin embargo, hay una gran luz en nuestras vidas! ¡Estamos brillando! Hemos bajados a las ciudades de los señores. Desde allí te hablo. Hemos bajado como las interminables filas de hormigas de la gran selva. Aquí estamos, contigo, jefe amado, inolvidable, eterno Amaru.

Nos arrebataron nuestras tierras. Nuestras ovejitas se alimentan con las hojas secas que el viento arrastra, que ni el viento quiere; nuestra única vaca lame agonizando la poca sal de la tierra. Serpiente Dios, padre nuestro: en tu tiempo éramos aún dueños, comuneros. Ahora, como perro que huye de la muerte, corremos hacia los valles calientes. Nos hemos extendido en miles de pueblos ajenos, aves despavoridas.
Escucha, padre mío: desde las quebradas lejanas, desde las pampas frías o quemantes que los falsos wiraquchas nos quitaron, hemos huido y nos hemos extendido por las cuatro regiones del mundo. Hay quienes se aferran a sus tierras amenazadas y pequeñas. Ellos se han quedado arriba, en sus querencias y, como nosotros, tiemblan de ira, piensan, contemplan. Ya no tememos a la muerte. Nuestras vidas son más frías, duelen más que la muerte. Escucha, Serpiente Dios: el azote, la cárcel, el sufrimiento inacabable, la muerte, nos han fortalecido, como a ti, hermano mayor, como a tu cuerpo y tu espíritu. ¿Hasta donde nos ha de empujar esta nueva vida? La fuerza que la muerte fermenta y cría en el hombre ¿no puede hacer que el hombre revuelva el mundo, que lo sacuda?

Estoy en Lima, en el inmenso pueblo, cabeza de los falsos wiraquchas. En la Pampa de Comas, sobre la arena, con mis lágrimas, con mi fuerza, con mi sangre, cantando, edifiqué una casa. El río de mi pueblo, su sombra, su gran cruz de madera, las yerbas y arbustos que florecen, rodeándolo, están, están palpitando dentro de esa casa; un picaflor dorado juega en el aire, sobre el techo.

Al inmenso pueblo de los señores hemos llegado y lo estamos removiendo. Con nuestro corazón lo alcanzamos, lo penetramos; con nuestro regocijo no extinguido, con la relampagueante alegría del hombre sufriente que tiene el poder de todos los cielos, con nuestros himnos antiguos y nuevos, lo estamos envolviendo. Hemos de lavar algo las culpas por siglos sedimentadas en esta cabeza corrompida de los falsos wiraquchas, con lágrimas, amor o fuego. ¡Con lo que sea! Somos miles de millares, aquí, ahora. Estamos juntos; nos hemos congregado pueblo por pueblo, nombre por nombre, y estamos apretando a esta inmensa ciudad que nos odiaba, que nos despreciaba como a excremento de caballos. Hemos de convertirla en pueblo de hombres que entonen los himnos de las cuatro regiones de nuestro mundo, en ciudad feliz, donde cada hombre trabaje, en inmenso pueblo que no odie y sea limpio, como la nieve de los dioses montañas donde la pestilencia del mal no llega jamás. Así es, así mismo ha de ser, padre mío, así mismo ha de ser, en tu nombre, que cae sobre la vida como una cascada de agua eterna que salta y alumbra todo el espíritu y el camino.

Tranquilo espera,
tranquilo oye,
tranquilo contempla este mundo.
Estoy bien ¡alzándome!
Canto;
mismo canto entono.
Aprendo ya la lengua de Castilla,
entiendo la rueda y la máquina;
con nosotros crece tu nombre;
hijos de wiraquchas te hablan y te
escuchan
como el guerrero maestro, fuego
puro que enardece, iluminando.
Viene la aurora.
Me cuentan que en otros pueblos
los hombre azotados, los que sufrían,
son ahora águilas, cóndores de
inmenso y libre vuelo.
Tranquilo espera.
Llegaremos más lejos que cuanto tú quisiste y soñaste.
Odiaremos más que cuanto tú odiaste;
amaremos más de lo que tú amaste,
con amor de paloma encantada, de calandria.
Tranquilo espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin límites, lo que tú no pudiste lo haremos nosotros.
Al helado lago que duerme, al negro precipicio,
a la mosca azulada que ve y anuncia la muerte
a la luna, las estrellas y la tierra,
el suave y poderoso corazón del hombre;
a todo ser viviente y no viviente,
que está en el mundo,
 en el que alienta o no alienta la sangre, hombre o paloma, piedra o arena,
haremos que se regocijen, que tengan luz infinita, Amaru, padre mío.
La santa muerte vendrá sola, ya no lanzada con hondas trenzadas ni estallada por el rayo de pólvora.
El mundo será el hombre, el hombre el mundo, todo a tu medida.

Baja a la tierra, Serpiente Dios, infúndeme tu aliento; pon tus manos sobre la tela imperceptible que cubre el corazón. Dame tu fuerza, padre amado.




Tomado del libro: Katatay, (Editorial Horizonte. 1984)

EL HUAYNO AYACUCHANO.


Flor de RetamaRICARDO DOLORIER URBANO.
                                   "Flor de retama me salió de adentro"

           Ricardo Dolorier, compuso esta canción hace más 40 años  que se ha convertido en himno para el pueblo peruano. 

          Hace más de cuarenta años, indignado y conmovido por los sucesos de Huanta, pues los sinchis habían baleado a estudiantes, profesores y campesinos, el maestro Ricardo Dolorier, huantino que trabajaba en Lima, compuso la canción "Flor de retama". Este huaino, que describe la dura represión del 22 de junio de 1969, desde entonces se ha convertido en un canto obligado en las jornadas de protesta y también en fiestas populares, familiares, cuando aflora el descontento y la rebeldía.


       "Todo comenzó cuando el gobierno de Juan Velasco Alvarado atentó con contra la gratuidad de la enseñanza pública –narra el maestro–. Con el decreto supremo 006 reglamentó que si un estudiante de secundaria desaprobaba un curso debía pagar cien soles mensuales durante el año"."Eso dio lugar a un 46% de deserción escolar. Hubo protestas en todo el país, sobre todo en Ayacucho", detalla Dolorier. "Yo no estaba en Huanta, pero me enteré muy bien de los hechos y lo que también me entristeció es que allí murieron dos alumnos míos muy queridos".Cuenta que se reunieron cerca de diez mil personas entre profesores, escolares y campesinos y marcharon a la plaza de Huanta. Para llegar a ella debían pasar por la comisaría, pero la calle estaba bloqueada. Fue entonces que se produjo un incidente."Una campesina se enfrentó a un policía y éste la amenazó, dicen que la señora alzó un palo y le dijo ‘una sola es la vida, una sola es la muerte’ y arremetió. El policía ahí nomás le disparó. Después de eso todo se hizo incontrolable, tanto que llegaron los sinchis y oficialmente hubo 20 muertos y cientos de herido, pero hubo más", refiere el maestro Dolorier.

-¿La canción la escribió de inmediato?

-No, fue un proceso que me angustió mucho. Yo no escribía canciones, pero sí uno que otro poema que era versos cambiados de otros poemas. Escribir "Flor de retama" fue arrojar lo que tenía adentro.

-¿Cuando la terminó, a quién la mostró primero?

-A Oswaldo Reynoso, que se conmovió, me abrazó. Después a Álvaro Villavicencio, que se arrodillo, lloró. También a Manuel Acosta Ojeda.


-¿Quién la grabó primero?

-El Trío Huanta, en un disco 45 rpm, pero salió incompleta porque el disco no alcanzó.


-La cantan todos, Martina Portocarrero por supuesto.

-Sí, Martina fue muy importante para la difusión de "Flor de retama", pero su temperamento va en contra de la melodía. Josefina Ñahui es al revés, la melodía se impone al temperamento de le canción. A mi modesto juicio, quien la canta bien es Edwin Montoya.

-Pero usted también la canta...
-Sí, pero la canto muy mal.

                                             Tomado de:   La República de hoy.








RICARDO DOLORIER Y MARGOT  PALOMINO. 
                               RICARDO DOLORIER Y AMANDA PORTALES.

HOJA DE VIDA DEL MAESTRO:

       El Maestro Ricardo Dolorier Urbano, de padre huancavelicano y madre huantina,       maestro educador, compositor del famoso huayno «La Flor de la Retama», lo cual es interpretado por famosos cantantes nacionales.                                                                          Profesor Principal de Lengua de la Universidad Nacional de Educación «Enrique Guzmán y Valle», La Cantuta, Director Universitario de Bienestar Universitario, Decano de la Facultad de Lenguas, Literatura y Arte; Premio Nacional de Educación «Horacio l980»; Medalla y Diploma al Maestro por el Consejo Provincial de Lima Metropolitana; título honorífico de «Maestro de los maestros del Perú», conferido por el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación, SUTEP.




 La Flor de Retama.


      I
Vengan todos a ver, hay vamos a ver...
En la plazuela de Huanta,
amarillito Flor de Retama,
amarillito, amarillando,
Flor de Retama.
             II
Donde la sangre del pueblo,
ay, se derrama…
allí mismito florece,
amarillito, amarillando, Flor de Retama.
              III
Por Cinco Esquina están,
los Sinchis entrando están.
Van a matar estudiantes
huantinos de corazón,
amarillito, amarillando Flor de Retama.
Van a matar campesinos
Huantinos de corazón,
amarillito, amarillando, Flor de Retama.

        Fuga
           I
Los ojos del pueblo tienen
hermosos sueños
sueñan el trigo en las eras,
el viento en las praderas
y en cada niño una estrella.

           II

La sangre del pueblo tiene
rico perfume
huele a jasmínes, violetas,
geranios y margaritas,
a pólvora y dinamita,
Carajo, a pólvora y dinamita.
Carajo.

                                                   
                                                   Autor: Ricardo Dolorier Urbano.

ESTANCIAS DE LA ESCRITORA GLORIA DÁVILA EN HUAMANGA - AYACUCHO.


                                                                                                                                         Por: Lenon Tomás Tutaya De la Cruz.


       Arribó a la tierra de los Wallpa suas, Huamanga. La Maestra, poeta narradora, teatrista, activista, promotora y difusora de la cultura indígena en el Perú, al igual que el Amawta José María Arguedas Altamirano.  Para regalarnos en esta ocasión uno de sus libros de cuentos que es un verdadero homenaje a nuestro varayuq mayor José María Arguedas. En su obra la Huanuqueña  Gloria Dávila, narra historias inspiradas en la vida del autor de “Todas las Sangres”. 
   
   

       Ella estuvo por estos lares para presentarnos su sexto libro denominado “La casa del demonio” (sajra wayin)  que se realizó el día lunes 15 de octubre en los ambientes del auditorio principal del CC. UNSCH.  La presentación se desarrolló con un programa muy especial en presencia de autoridades de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, escritores y artistas de la ciudad. El comentario respectivo del libro estuvo a cargo del escritor Marcial Molina Richter y del escritor, poeta crítico Elmer Arana Mesías.
      En esta actividad cultural se hicieron presentes las alumnas y maestros de la I.E. Haya de la Torre de Vinchos, entregándole un recuerdo muy especial a la escritora y haciéndole madrina de la promoción 2012  y de tal manera  lleva por nombre. «Gloria Margarita Dávila Espinoza».
       La escritora  Huanuqueña brilló con luz propia derrochando belleza y arte, regalando al público presente un poema como sólo ella lo sabe hacer, como una verdadera amante de la cultura indígena declamó en quechua, alemán, ingles, portugués y culminando en español. Al final de este acto cultural compartió con el público firmando los libros y tomándose fotografías con sus lectores.
Al día siguiente del evento la escritora Dávila viajó al Distrito de Vinchos, uno de los quince distritos que conforman la Provincia de Huamanga, donde compartió momentos gratos con la comunidad estudiantil  y  sus nuevas ahijadas, realizando talleres, conversatorios, recitales, etc. la escritora recordó momentos de sus niñez al encontrar tirado en el suelo una avellana de eucalipto, al sentir su exquisita aroma que brotaba de ella, conmemorando que en ocasiones de su infancia brincaba bajo las arboledas de eucaliptos en su tierra natal, su querido  Huánuco.
También aprovechó su estadía  en Ayacucho para viajar al Distrito de Quinua y las pampas de Ayacucho. 
       Gloria Dávila Espinoza, Huanuqueña de nacimiento, nace el 01 de abril de 1961, con estudios  de Doctorado en Ciencias de la Educación, ha sido traducida al alemán, inglés, portugués, catalán, rumano,  francés y coreano.  Acreedora de numerosos premios, dentro y fuera del país y forma parte de innumerables antologías en Medio Oriente, Europa, América, Asia y Centroamérica.

Entre sus publicaciones tenemos:
  1. Redobles de Kesh.
  2. Kantos de Ishpingo.
  3. La firma.
  4. Danza de la Noche.
  5. El hijo de Gregor Samsa.
  6. La casa del Demonio.

Pasajes del evento...

La mesa de honor.
 Gloria Dávila rodeado por los miembros de la AEDA, y QANTU.

                                                                 

la comitiva de Vinchos... 








La escritora recibiendo el presente.

.“PERCEPCIONES”... III EXPOSICIÓN ARTÍSTICA




       El Círculo Artístico “CHULLA MAKI” conformado por un grupo de jóvenes inquietos, todos ellos  artistas plásticos miembros de la Escuela Superior de  Bellas Artes “Felipe Guamán Poma de Ayala” de Ayacucho. Que en esta oportunidad nos muestran su ya III exposición Artística de manera colectiva denominado “PERCEPCIONES”.

       “CHULLA MAKI” que significa “manos unidas o una sola mano” van trabajando con un solo norte, todos unidos como un solo hombre, para mostrar  en esta exhibición pictórica y artística  a la sociedad. …Su voz de coraje y el sentir de las necesidades del alma de cada miembro de este Círculo. Donde muestran por medio de sus pinturas y sus esculturas sus vivencias, sentimientos, inquietudes,  emociones, nostalgias. En resumen sus puntos de vista de la vida cotidiana de nuestra sociedad vigente, donde plasman una serie de quejas del hombre actual, gritando a los cuatro vientos por medio de sus creaciones artísticos. Que en cada exposición que realizan sus técnicas  van en avanzada. 
Los miembros de este circulo son: 
Pedro De La Cruz Orellana.
Ronald Pablo Anchayhua.
Ronald Echaccaya Tello.
Vanesa Lome López.
Andrés Cáceres Cordero. 
Noel Prado Quispe.
Roger Ramos Huachaca. 
Luis Miguel Sayritupac Chihuan. 

La exposición  se va llevando hasta el día viernes 26 de octubre en la Galería del Centro Cultural de la UNSCH. Portal unión Nº 37, plaza de armas. 


       Es meritorio, para este grupo de jóvenes entusiastas la labor que van realizando como Artistas Plásticos de nuestra ciudad. Para mostrar a la sociedad segada por la coyuntura reinante en una serie de técnicas los pasajes de la vida del hombre. Donde cada joven  ha desarrollado sus diferentes capacidades: creativas, perspectivas e interpretativas, etc. Por lo que podemos decir que esta labor le permita a socializarse e interrelacionarse con la sociedad. 

                             Expositores: 


Pedro De La Cruz Orellana.


Ronald Pablo Anchayhua.


Ronald Echaccaya Tello.


Vanesa Lome López.



Andrés Cáceres Cordero. 







Noel Prado Quispe.

Roger Ramos Huachaca. 


Luis Miguel Sayritupac Chihuan.












EL ARCO IRIS DE JOSÉ ANTONIO SULCA EFFIO

                                                                             Por: Urbano Muñoz Ruiz 
Una grata nueva nos alegró el 2011. José Antonio Sulca Effio (“ASE”), figura conocida del ambiente cultural huamanguino, ganó, en la mención de Poesía, el Premio Nacional de Literatura Quechua Federico Villarreal, la presea más importante que se concede a la literatura en runasimi en el Perú. Con este nuevo reconocimiento, José Antonio se posiciona en el mundo literario nacional como un importante valor de la poesía quechua.
Este reconocimiento significa, por otro lado, el aquilatamiento del quechua ayacuchano, que es honrado por quinta vez por el Premio Federico Villarreal. Primero fue en 1997, cuando un hijo destacado de Huanta, Porfirio Meneses Lazón, ganó el Premio en la mención de Cuento, con su libro Achikyay willaykuna (Cuentos del amanecer); la segunda vez ocurrió el 2000, en que Sócrates Zuzunaga, ilustre vástago de Pausa, obtuvo el galardón en la misma mención, con su Tullpa willaykuna (Cuentos del fogón); el 2001, ganaron el Premio, en Poesía, el compositor lamarino Ranulfo Fuentes y Victor Tenorio, laureado escritor huamanguino, con sus poemarios Llaqtaypa harawin (El cantar de mi pueblo) y Musquykunapa qillqan (Escritura de los sueños), respectivamente; el 2006, Sócrates Zuzunaga vuelve a ganar el Premio en Poesía, con su Kuyaypa kanchariynin (La luz del amor). El 2011, el galardón en Poesía se otorga al campeón huamanguino José Antonio Sulca Effio, por su Chirapa wiqi (Arco Iris de Lágrimas).
El jurado, conformado por el crítico literario Gonzalo Espino Relucé, la poeta Dida Aguirre García y el quechuista Edwin Alarcón La Torre, declaró por unanimidad ganador a Chirapa wiqi, “por su escritura moderna, sin renunciar a la sensibilidad andina cargada de alta expresión musical y fluidez metafórica intensa”. Y ahora tenemos con nosotros al texto galardonado, publicado en edición impecable (Lima: Universidad Nacional Federico Villarreal, 2012. 78 pp.).
El título del poemario motiva a reflexionar sobre el término chirapa (arco iris), que para los quechuas significa el chaka o puente que comunica los mundos posibles (hanaq pacha, kay pacha, uku pacha), por ende es la representación de la relacionalidad, principio lógico fundante de la filosofía andina (un axioma fundamental que indica la estructura básica de esta filosofía, de donde derívanse los otros principios filosóficos: correspondencia, complementariedad, reciprocidad, competitividad y respeto). Según la relacionalidad, en el mundo todo está conectado permitiendo la configuración de un orden cósmico.
Ahora bien, el chaka de José Antonio es un chaka de lágrimas de tristeza, sentimiento predominante en más de la mitad de los 30 poemas que integran el libro. La tristeza tiene dos fuentes principales y la primera es la nostalgia de un mundo que se va perdiendo. Se expresa en el poema Suqta (6):
Kukuli, wayawpi llakita waqaptinmi,
ñuqapa sunqullaypas,
wayllusqaykita yuyarispan / yawarta waqan.
Musquyniki waqaychaq punkuykipi,
wiqimpas qucharayanankama,
sapatuta waqallan.
Warmachaymanta kuyasqay urpi,
llakikitapas kuchuman wischuykuspa
kusita sunquypi waytaykachiq,
ama ripuychu, amaraq saqiychu.
Es el cantar dolorido del amante que recuerda mejores tiempos y, haciéndose acompañar en su pena con la cuculí del sauce cercano y la estrella más próxima, trata de retener a su amada, cuya partida es inevitable.
La nostalgia de un mundo que se va perdiendo o ya se perdió se explica porque el poeta vive, en cierto modo, un presente doloroso marcado por la injusticia social, la incomprensión, el desarraigo y el desamor que sufren muchos peruanos y que encontramos en varios de sus poemas. Así, el poema Qanchis (7) dice, en castellano: 
Arrojado por los que nos odian
muero lentamente / en este pueblo desconocido.
A la viejita que allí, barre huellas
ocultando sus penas en el corazón,
denle aunque sea un pancito seco:
Carga culpas del hijo / que ensangrentó días:
esa ancianita es mi madre.
La segunda fuente de la tristeza del poeta es la desesperanza frente al porvenir. Se insinúa en Iskay chunka pichqayuq (25), el poema más largo y, por su contenido, el más emblemático del libro. Me permito citarlo en su totalidad:
En mi vejez, aún florecen, en medio de molles
tus ancianas casitas de adobe / con sombreritos de tejas,
tus empedradas calles, adornadas de campanarios
y tus portones sonrientes con acequias al frente
regando iglesias.
Recuerdo tus guitarras besadas por la luna
despertando a ingratas palomas y a tus yaravíes
haciendo sangrar corazones,
también a los perros ladrándole a mis poemas
cuando los cantaba en una puerta,
bajo un balcón o ante un público.
Así te recuerdo, pueblo mío, / y así te vas a ir conmigo
mañana o pasado cuando me vaya.
Aquí se entrecruzan la desesperanza frente a un porvenir incierto y la nostalgia por un mundo que se va perdiendo y que es la Huamanga de espíritu aldeano y resabios coloniales, de tejados y campanarios, callecitas empedradas y con acequias, casas de adobe con pórticos de piedra y portones, cuyas imágenes quedaron fijadas en la memoria del poeta cuando éste era niño en la década de 1940. Una Huamanga sombreada de molles, con balcones y grandes ventanas enrejadas hacia la calle, bajo las cuales los enamorados, premunidos de guitarras, daban serenatas de yaravíes a las bellas huamanguinas.
Esta Huamanga, que el poeta llama cariñosamente “mi linda Ciudad de Molles y Campanarios”, ya casi no existe. Los hermosos tejados rojizos hace tiempo que se han reducido porque la pobreza y el mal gusto los han cambiado por las horribles calaminas; las acequias fueron reemplazadas por las tuberías de plástico y las calles han perdido sus empedrados para ser cubiertos por el frío concreto y el nada agraciado asfalto (la excepción es el centro histórico, donde merced al buen tino de algunos alcaldes, se ha optado por utilizar lajas para las pistas y adoquines para las veredas, favoreciendo el goce estético de los vecinos y visitantes).
Las innovaciones que trajo la forzada modernización tecnológica hasta hoy no han sido muy favorables a la afirmación de la identidad huamanguina, peor aún, la han debilitado. Es el caso de la calamina, cuyo uso en Huamanga ya había sido alertado en 1911 por un ilustre visitante, José de la Riva Agüero, quien detectó este material en algunas casas y lamentó su uso porque malograba la belleza de la ciudad. Otro caso es el empleo indiscriminado del material denominado “noble” en la construcción, asociado últimamente al enmayolicado impertinente de algunas fachadas, copiando las huachaferías del peor gusto capitalino.
Asimismo, cada vez se oye menos yaravíes y las serenatas han desaparecido, como los balcones. Otros sones, menos tradicionales, y otras formas nuevas, menos románticas, de enamorar a las huamanguinas, han venido a reemplazarlos. Así, el poeta, de espíritu en cierto modo tradicionalista, siente que todo va cambiando rápidamente y no para bien. He allí su desesperanza frente al porvenir de Huamanga. Este sentimiento, por lo demás, dimana de las sensaciones de un hombre en pleno otoño de su vida, sensaciones que le dan un tono elejíaco a muchos de sus poemas y en el caso del poema 25 un sentido de epílogo, sobre todo cuando dice: Así te recuerdo, pueblo mío, / y así te vas a ir conmigo / mañana o pasado cuando me vaya.
Pero no todo es tristeza en el mundo letrado de José Antonio, quien finalmente nos recuerda, como buen andino, que frente a la tristeza y la desesperanza pesan más las ganas de vivir y de la manera más festiva. Así, sacándole la vuelta incluso a la discapacidad física (porque el poeta desde hace más de una década ocupa una silla de ruedas), ha labrado poemas humorísticos, que son realmente hilarantes. Es el caso de Isqun (9)1:

Mulli aqacha, piña piñacha / achachaw;
kulli aqacha miskiy miskiycha, / añallaw.
Tunasta mikurquwaqchu / qipu qipuntinta;
warma yanayta apakuwaqchu / iskay wawantinta.
Manaya ñuqaqa atiymanchu
rawraq siki warmikita / kayman wakman
apaykachaytaqa.
El sentido festivo de la vida y la concepción de que todo (es decir las plantas, los animales y las cosas llamadas “inertes”) vive en el mundo y habla y sueña como la gente, se hacen evidentes en Chirapa wiqi. Esto, empero, no es patrimonio exclusivo de los hombres andinos, sino de todos los poetas, quienes como ya alguien lo dijo son la piel del mundo.
Debo señalar, asimismo, que pese a estar anclado en lo tradicional, José Antonio Sulca es un poeta moderno. Y esto merece una explicación, partiendo del criterio que modernidad es la forma de pensar abierta y el vivir con el sentido de la libertad y la justicia. Frecuentemente, por ignorancia, se confunde modernidad con modernización tecnológica y por eso se dice que fulano tal es “moderno” porque usa un celular, pero fulano tiene una mentalidad colonial y se arrodilla ante los poderosos y abusa de los más débiles. No, la modernidad implica una mentalidad diferente, asociada a la cultura de la libertad y la justicia, que se expresa por ejemplo en el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos.
Modernidad y tradición no se contraponen, así como lo nuevo y lo antiguo no tienen por qué ser antagónicos. Podemos ser lo uno y lo otro al mismo tiempo, eso es lo que pasa con los quechuas inteligentes de hoy, que sin renunciar a su identidad y a sus mejores tradiciones, son a la vez modernos. Es parte de la necesidad de seguir existiendo como portadores de una cultura determinada. Alguna vez José María Arguedas dijo que las culturas vivas son flexibles y no temen competir con otras y que en esa competencia se hacen más fuertes; por el contrario, las culturas que tienen miedo de perder su “pureza” al entrar en competencia con otras, se vuelven rígidas y terminan extinguiéndose.
He dicho que José Antonio Sulca es un poeta quechua moderno, por dos razones. En primer lugar, por su racionalidad abierta, propia de un hombre que ha pasado por una universidad de corte occidental como es la San Cristóbal de Huamanga y que actualmente no tiene inconveniente en utilizar el internet, y algo más interesante, a la vez que manifiesta su inquietud por recuperar las formas antiguas de la poesía quechua (harawi, wayñu, haylli, qachwa), experimenta escribiendo poemas con la técnica del hayku, forma poética propia de un pueblo antiguo y lejano como el japón, para recrear los grandes temas de los hombres de todos los tiempos: la soledad, las ganas de vivir, el amor, la muerte. Sin duda, el poeta tiene una racionalidad abierta y creo que esto es una virtud, porque le permite construir una obra que, siendo nacional por la forma y universal por el contenido, trascenderá a cualquier tiempo y espacio.
La segunda razón que sustenta lo moderno en José Antonio es el uso que hace de la letra. El runasimi no tenía escritura hasta antes de la llegada de los conquistadores íberos. Son específicamente los curas doctrineros quienes le van a dar escritura y de esta forma fortalecen ampliamente a la antigua y hermosa lengua de los waris e incas. Gracias a este hecho tenemos hoy un runasimi moderno, con el cual se puede construir un mundo letrado, como el que ha logrado José Antonio al escribir Chirapa wiqi, mundo mágico, maravilloso, mientras a nuestro alrededor, en el mundo objetivo, todo se va desencantando y racionalizando de diverso modo. Gran paradoja de los intelectuales y artistas andinos: vivir en un mundo objetivo que va tornándose moderno sin renunciar a sus valores culturales tan antiguos y necesarios.


(1) La chichita de molle / es brava, coleronita. / ¡Qué miedo!
La morada es dulce, / dulcecita, morenita sabrosa. / ¡Qué rica!
¿Podrías comerte a la tuna espina y todo? / ¿Podrías llevarte a mi amada / y a sus dos hijos?
Lo que es yo, no podría pasear / con tu voluptuosa mujer, / ni aquí, ni allá.


Urbano Muñoz Ruiz : Nació en Huamanga en 1968, es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; especialista en cultura andina y promotor de procesos de afirmación cultural y desarrollo social en espacios altoandinos; 
actual director de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH). dirigió la revista semestral Umalliq. Información y análisis de los quechuas de Ayacucho, desde el 2003 hasta el 2005.

Sus obras:
  • En la Prueba Final (1988) con el seudónimo de Samuel Lavalle.
  • Tiempo de Sombras/ Elogio del Amor (1999)
  • Relatos al Atardecer (2000)
  • Al pie de andinía (2008)