Eran los primeros días de Setiembre de 1533, el cacique de Conchopata mandaba a un indio atlético. de profesión Chasqui, a dar algunas noticias de las riquezas de oro y plata recolectados en su comarca, a los Orejones del Cuzco, para el rescate del Inca Atahualpa que estaba preso en Cajamarca.
Para mayor ilustración del lector podremos añadir que aquella roca del Puma está entre las últimas que se notan para comenzar la bajada de Puma Ccahuanca hacia Ocros, entre ichus y hiervas de aquellas alturas que hoy en día tiene un panorama hermoso al ver como baja en zigzageos caprichosos la carretera que va hacia Andahuaylas. De aquella altura divisa uno como si estuviera viajando en un avión al ver aquellas profundidades de arbustos, ichus y yervas de la puna hacia la bajada de Yauri Cuchu.
El Chasqui, avanzaba jadeante la cuesta de Puma Ccahuancca, en dicho lugar se encuentra con una comitiva de indios del Cuzco, acompañado de un noble, portando gran cantidad de llamas conduciendo ingente riqueza en oro y plata, tales como vasos sagrados, mazurcas de oro, alhajas y otras chafalonías para el rescate de Atahualpa.
El Chasqui le informa que nuestro Inca ya había sido ajusticiado. Al oír esta noticia nefasta ordena el noble Cuzqueño abrir una fosa de tres metros de profundidad y allí lo hizo echar toda la riqueza del cual eran portadores, e hizo tapar con la misma tierra todo el oro y la plata.
Uno de sus conductores, le interpela al noble indio, y le dice: “ Ccapacc, ¿pitacc Ccahuancca?. El jefe le contesta "Pumam Ccahuancca" - O sea, que el Puma cuidará. Para el efecto, cerca a la fosa del entierro existe un cerro que tiene la forma de un puma. He aquí el origen del nombre de aquel lugar. Y no se sabe hasta la fecha, si existirán todavía esas riquezas enterradas o quizá más tarde lo hayan retirado los mismos enterradores. Que si no lo hayan hecho, esas riquezas deben existir todavía hasta estos días.
JUAN DE MATTA PERALTA RAMIREZ.
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